Pues sí. Diciembre me sigue pareciendo igual de aterrador, y no sé dónde meterme para huir de tanta apariencia. No quiero amor de ningún tipo que no haya tenido el resto de los meses; no quiero amor si no es sin reproches, ni quiero existir en este mes para un Papá Noel de fantoche. Me mentí queriendo creer que este año sería diferente pero la verdad es que no es así. Nada puede mejorar esta época desde que existen las ausencias. La primera que apareció fue la perdida de nuestro niño interior. Y luego, bueno... luego llegaron las flores creciendo en los asientos vacíos de los que fueron importantes. Ahora inolvidables.
En la televisión solo dan películas cutres navideñas con mensajes de amor, pero que me expliquen esos actores cuán real es ese amor de diciembre; los regalos innecesarios por compromiso, las sonrisas con abrazos fingidos y las mejores galas para festejar que somos la excusa para el beneficio de cualquier centro comercial. Y me pregunto, por qué no nos esforzaremos más durante todo el año para intentar ser mejores, en lugar de dedicarnos a disfrazar mes y medio con parafernalias y discursos de bienqueda. Joder, que nos debemos demasiadas sonrisas d e l a s d e v e r d a d. Y el mundo no está para tanta tontería.